¿De qué hablamos cuando decimos que históricamente ha existido y sigue existiendo una discriminación respecto a las mujeres escritoras? Pues vamos a hablar de cifras objetivas:

  • Los datos de obras registradas en el ISBN en 2018 (no se hacían estudios antes) dicen que de 55.501 títulos inscritos, el 61,6% son de hombres y el 32,1% de mujeres (el 6,3% no consta).
  • Las obras inscritas en el Registro General de la Propiedad Intelectual indican 12.883 títulos de hombres y 8.1778 de mujeres. Sólo el 38,8% de los títulos inscritos aquí son de mujeres.
  • Respecto al empleo cultural (escritores, periodistas, lingüistas…) ellos suponen el 60,9% frente al 39,1% de ellas.
  • Respecto a la edición de libros también ganan los hombres: 54,4% frente al 45,5% de mujeres.
  • Se conoce que en el ámbito de la escritura son muchas más las mujeres que se dedican a ello que los hombres. Sin embargo, publican menos, registran menos, editan menos y trabajan menos.
  • Respecto a los miembros de entidades de gestión de derechos de propiedad intelectual, el número de socios en 2017 era de 196.400 personas. Sólo el 23,5% son mujeres.
  • ¿Hablamos del Premio Nobel de Literatura? Desde 1901 hasta el 2020 sólo 16 mujeres han ganado este galardón frente a 117 hombres. Cabe destacar también que sólo una mujer latinoamericana ha ganado, ninguna asiática y una sudafricana.
  • El Premio Cervantes ha galardonado sólo a 4 mujeres frente a 38 hombres desde 1976.
  • El Premio Planeta sólo ha sido otorgado a 17 mujeres desde 1952.
  • ¿Abrimos el melón de la RAE? Desde su nacimiento en 1713, hace más de 300 años, han formado parte de ella 486 académicos, de los cuáles sólo 11 en toda la historia han sido mujeres. La primera mujer académica que ocupó un puesto en la RAE, Carmen Conde, no llegó hasta 1978.
  • Sobre autoras que han escrito y lo hacen todavía bajo seudónimo hablaremos otros días. Ejemplos recientes serían J.K. Rowling ocultando su nombre Joane. Más adelante (2013) publicaría de nuevo con seudónimo masculino: Robert Galbraith.

    El caso de J.K. Rowling en segundo lugar sé que fue para ver si podría publicar al margen de su fama. Pero no lo es el hecho de que ocultó su nombre de mujer en primer lugar.
  • También hablaremos otro día sobre esas mujeres que escribían con su marido y nunca han recibido el crédito por sus obras. Por ejemplo, Zelda Fitzgerald, cuyo papel en la creación de «El Gran Gatsby» sigue siendo discutido. Todavía la autoría se le atribuye sólo a F. Scott.
  • Otras autoras que se ocultaron tras nombres masculinos fueron: Amantine Aurore Dupin, Mary Ann Evans, Charlotte Brontë, Emily Brontë, Matilde Cherner, Mary Anne Evans, Cecilia Böhl de Faber, Louisa May Alcott, Colette, Mary Shelley… En fin, ya os hacéis una idea.

Todavía existe el prejuicio de que las mujeres escriben para mujeres. María Dueñas

Para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio. Virginia Woolf

En este sentido yo no considero relevante estudiar si las mujeres o los hombres escriben mejor o peor, me da igual. Lo que sí me interesa es saber si una mujer escribiendo igual que un hombre mediocre podría conseguir lo mismo. Y creo que la respuesta es evidente.
Y suficiente por hoy, creo. Que cada una investigue los datos, busque información por sí misma, lea a otras escritoras hablar de sus experiencias (cuando más diversas ellas más amplitud de miras) y saque sus propias conclusiones.
En la mayor parte de la historia, Anónimo era una mujer. Virginia Woolf