machi mushkil. aproximaciones al destino magrebí
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Marruecos. Siempre devorado por los ávidos objetivos de las cámaras fotográficas de los cinco continentes. Y, sin embargo, nunca ha dejado de existir. Existe y resiste a la invasión de miradas. Hay un Marruecos fácil: el de las postales, de las instantáneas orientalistas y románticas, el camello sediento en medio de dunas, las acrobacias multitudinarias de la plaza Yamaa el-Fna de Marraquech, las pieles curtidas y coloridas de Fez, las torres de mezquitas medievales en medio de la metrópolis, el vaso de té rebosante de hierbabuena… Pero existe otro Marruecos. El Marruecos compilado por Analía Iglesias en Machi mushkil me interpela, hace que me tome muy en serio la máxima de Anne Carson: “La única regla del viaje es: no vuelvas como te fuiste. Vuelve diferente.”
Mohamed El Morabet
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De la misma manera, ningún machi mushkil trazará una línea recta hacia resultado alguno, pero no pasa nada. Antes o después, las cosas se arreglarán: alguien dijo que la frustración en África se llama capacidad de adaptación… o tirarse al mar.
Un día vi un taxi empujado por sus pasajeros: machi mushkil.
No puedo venir mañana: machi mushkil.
Todavía no he orientado la antena: machi mushkil.
El gallo de la puerta del banco está desconcertado: canta a las 12 y cuarto del mediodía. El gallo del mercado, el del Boukron, exhausto: con los pies atados con un hilito de nylon, cayó así, y así quedó, con la cabeza directa al minarete. El gallo revolcado en aserrín oye la marca de las horas: el muecín de la mezquita ha llamado a la segunda oración.
Machi mushkil no es unívoco. Hay generosos machi mushkils en las relaciones humanas y en la vida cotidiana de las cosas; esto es, en el vínculo entre nosotras y las cosas que nos cautivan, las que necesitamos, las que se nos rompen, las que nos reparan (o no), las que se consiguen, las que se (nos) pierden.
El concepto de la contradictoria vitalidad del lugar atraviesa estos textos. «Todo está bien», decimos, y, sin embargo, la melancolía, o esas incomprensibles vergüenzas, o la desconfianza, incluso las ganas de huir del que fuma, estático, horas frente al mar. La
preocupación está ahí, muda, pero el instante es reparador. Hay paciencia frente a la imposibilidad. Eufemismos. Y excusas.
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Lo han hecho posible
Ilustración cubiertas: Kira Diez
Maquetación: Lara Losada
Maquetación eBook: Lara Losada
Diseño de cubiertas: Celia López Bacete
Información adicional
ISBN-13 PAPEL | 978-84-122632-6-8 |
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ISBN-13 EBOOK | 978-84-126825-3-3 |
Primera edición | Diciembre de 2021 |
Número de páginas | 76 |
Juan Benitez (propietario verificado) –
La obra de Analía, hay que decirlo con todas sus letras, es una maravilla. Su lectura tiene tantas capas y texturas en tantos sentidos, desde la misma composición, la narrativa, elecciones que realiza. Aparte la magistral forma de abrirse y mostrarse que muestra la autora con una sensibilidad exquisita. Una gran obra para el catalogo de En el mar.
Diana Nastasescu –
Analía Iglesias cogió con mano torpe, pero decidida, el lápiz para escribir de derecha a izquierda. Como una niña, vuelve a aprender a escribir, empieza de cero. Escribir no es como ir en bici, no cuando se pasa del alfabeto latino al alfabeto árabe. Y, de esta manera, aprende a escribir en los huecos y nos ofrece un texto lleno de huecos, porque la vida son pedazos de vida que caben en esos huecos. La hija de la narradora sostiene que Marruecos es igual a Córdoba, que Marruecos es como volver un poquito al sur, incluso quedándose en el norte. Mientras, la autora, en su vivir nómada, reflexiona sobre su deambular sin brújula, sobre los momentos en los que a mitad de camino tuvo que pararse a tragar el sollozo, sobre sentirse perdida y pensar que, para volver, siempre habrá tiempo.
Como buena cordobesa, cuando pisa Marruecos se vuelve a sentir como una niña. Marruecos es un olor de color tangible imposible de embotellar en un souvenir para los turistas. Marruecos es makeinsh mushkil, no hay problema. África se caracteriza por su capacidad adaptativa: los pasajeros pueden empujar un taxi, la televisión sigue sin funcionar, llegas tarde. Makeinsh mushkil, no pasa nada, no hay problema, todo está bien. Y, de repente, el pájaro. Ese pájaro accidental que significa que todo lo eterno ha caído y alzas el vuelo, abres las alas, te lanzas al vacío y caes. Caes en el presente y en el paraíso que es un nido de cigüeñas.
Analía se pregunta si es posible desear cuando el individualismo occidental no existe, cuando la mínima unidad social es la familia y la obligación del individuo es el bienestar de esa institución. Detrás de las persianas bajas, todo lo oculto se fortalece. Así, las mujeres, enclaustradas en el espacio privado, encaminan las decisiones familiares, pues quién si no una madre sabrá lo que unx hijx necesita. Mientras, los hombres ocupan el espacio público en el teatro de la calle, acallando a sus niños pícaros que desean volver al hogar femenino. machi mushkil son reflexiones entrecortadas, son breves apuntes que trazan el boceto de un destino y de unas vidas.
Maite S. (propietario verificado) –
Karima Ziali Itahriouan (propietario verificado) –
Un libro lleno de sutilidades. En él he encontrado a mi Marruecos.
Iduna R. (propietario verificado) –
Esta lectura me ha llevado hasta mi viaje a Marruecos, pero al auténtico, al de hablar con la gente de allí, al que se aleja del turismo y si prestas atención te inunda de una belleza abrumadora y diferente. Este libro es un viaje lleno de sensibilidad y toques de melancolía, ¿o esto se lo puse yo?